martes, 28 de febrero de 2012

Es tiempo de calçots

Cuando llega el final del invierno es tiempo de calçots. ¿Pero que sabemos realmente de este plato típico catalán?.
Los calçots son un tipo de cebolla tierna de unos 20cm de largo, que se preparan sobre un fuego vivo y se comen separando las capas exteriores acompañados de una salsa "Romesco". EL origen de los calçots se cree que viene de un campesino de finales del siglo XIX, cuando sin darse cuenta se le quemaron los que estaba preparando, y en lugar de tirarlos los pelo y consumió la parte blanca de la cebolla acompañados de la salsa. Originalmente son de la zona más occidental, pero dada su popularidad a día de hoy se consumen en toda Catalunya.
Además de la diversión que proporcionan a la hora de comerlos (generalmente te pones un babero para no mancharte, y las manos te quedan completamente tiznadas después de haberlos comido), los calçots son un gran alimento, son bajos en calorías (100gr aporta más o menos unas 42Kcal) por lo que son aptos para la gente que esta a dieta. Reducen el azúcar en sangre gracias a su aceite esencial azufrado y algunas enzimas que actúan de manera similar a la insulina. Nos aportan calcio, hierro, fósforo, magnesio, potasio, cinc, manganeso, selenio y vitamina C y del grupo B. Son diuréticos, estimulan el corazón y equilibran la presión arterial. Tienen propiedades antisépticas, antibióticas y desintoxicantes, son expectorantes, alivian la congestión pulmonar y calman la tos.
El único problema de los calçots es que nunca se comen solos, después de ellos siempre viene carne o butifarras a la brasa, todo ello regado con vino. Los efectos beneficiosos de los calçots se pueden ver anulados si no tenemos moderación con lo que los acompañemos.
Una curiosidad relacionada con las cebollas. Cuando tenemos una epistaxis (nos sangra la nariz), si olemos una cebolla recién cortada se nos corta la hemorragia.

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