
Además de la diversión que proporcionan a la hora de comerlos (generalmente te pones un babero para no mancharte, y las manos te quedan completamente tiznadas después de haberlos comido), los calçots son un gran alimento, son bajos en calorías (100gr aporta más o menos unas 42Kcal) por lo que son aptos para la gente que esta a dieta. Reducen el azúcar en sangre gracias a su aceite esencial azufrado y algunas enzimas que actúan de manera similar a la insulina. Nos aportan calcio, hierro, fósforo, magnesio, potasio, cinc, manganeso, selenio y vitamina C y del grupo B. Son diuréticos, estimulan el corazón y equilibran la presión arterial. Tienen propiedades antisépticas, antibióticas y desintoxicantes, son expectorantes, alivian la congestión pulmonar y calman la tos.
El único problema de los calçots es que nunca se comen solos, después de ellos siempre viene carne o butifarras a la brasa, todo ello regado con vino. Los efectos beneficiosos de los calçots se pueden ver anulados si no tenemos moderación con lo que los acompañemos.
Una curiosidad relacionada con las cebollas. Cuando tenemos una epistaxis (nos sangra la nariz), si olemos una cebolla recién cortada se nos corta la hemorragia.